Eclipse – Foto de Gon Granja.
El Sony Alpha Partner Gonzalo Granja es además de un talentoso fotógrafo y productor audiovisual argentino, un aventurero y soñador que ha recorrido más de 15 países. Nacido en la provincia de Córdoba, Argentina, Granja es un fotógrafo de naturaleza y actividades al aire libre. Sus trabajos normalmente se ven inspirados por sus experiencias de viaje y al estar en contacto con el medio ambiente. Ya sea caminando, patinando, nadando, o acampando en algún lugar, su trabajo se basa en la búsqueda constante de compartir momentos que inviten a la gente a salir y pasar más tiempo en la naturaleza tomando consciencia del valor y cuidado que ésta merece.
Desde pequeño Gon sintió curiosidad por la fotografía y luego de trabajar para marcas como fotógrafo en campañas publicitarias por todo el mundo, su vida cambió al irse a documentar un pequeño pueblo de 300 personas en el círculo polar ártico en Islandia. “Fue un antes y un después” comenta. La fotografía le dio otro sentido a su vida y regresó a su ciudad natal a recorrer su tierra y fue de ahí que se embarcó en su proyecto que dio como fruto su primer libro “Maravillas de Córdoba”. Actualmente, está recorriendo su país de norte a sur y espera publicar su segundo libro “Desde la Quiaca a Ushuaia”, un sueño con el que quiere dar a conocer el patrimonio natural argentino a través de su mirada gracias al cual ha recorrido más de 65 mil kilómetros en dos años.
Tuvimos la oportunidad de hablar con Gon Granja sobre su vida, sus proyectos y la fotografía de viajes.
Cuéntanos sobre tus inicios, ¿Qué te inspiró a dedicarte a la fotografía y producción audiovisual?
El primer recuerdo que tengo de una cámara es de la década de los noventa, tenía cerca de 5 años. Mi familia compraba un rollo cada vez que había alguna ocasión especial, ya sea por un cumpleaños o un casamiento, por lo que la mayoría de las fotos eran de personas abrazadas mirando fijo o de algún familiar a punto de soplar una torta. Lo que hacían mis hermanos en ese entonces,, cuando terminaba la fiesta y sobraban algunos disparos, era darle el equipo al más chico, para así poder completar el rollo y llevarlo a revelar…. y ahí estaba yo, con mis pequeñas manos tomando ese mágico instrumento que podía “detener” el tiempo y que usaban los más grandes ¡La emoción que tenía era inexplicable! Lo que hacía -sin pensarlo demasiado- es que iba a los lugares donde había algo que me llamaba la atención como un juguete, una luz que entraba en una ventana o una mascota y hacía el ¡Click! Luego, como un ritual, semanas después, veía junto a la familia todas esas fotos impresas.
Este recuerdo lo mantuve guardado en el inconsciente muchos años hasta que un día volvió de repente al preguntarme alguien sobre el tema. Yo creo que ese recuerdo contiene mi más profundo deseo con la fotografía: que sea siempre un juego, una oportunidad de compartir con otros aquello que nos llama la atención, aquello que consideramos importante.
Luego de esta anécdota de la infancia, debo decir que siempre hubo una cámara en casa. Mi hermano estudiaba periodismo y me prestaba su cámara digital cuando nos íbamos a algún lado con mis amigos, y después, cuando empecé a estudiar diseño de multimedios en la facultad, me encontré con materias relacionadas a comunicación, que me llevaron a unir los puntos, entendiendo la imagen como otra posibilidad de lenguaje.
Ver esta publicación en Instagram
Tu experiencia en Islandia te llevó a pasar varios meses cerca del círculo polar ártico. ¿Qué te motivó y cómo fue esa experiencia?
Para mí fue una especie de quiebre, de un antes y un después, y en cierta forma, un llamado. En un momento de mi vida estaba trabajando en una productora, ya dedicándome a lo audiovisual, por un lado, ejercía aquello que había estudiado, pero, por otro lado, no me sentía del todo completo. Me acuerdo puntualmente de un día al volver a casa luego de haber dirigido un comercial de detergente y sentir un enorme vacío, tuve unas ganas de llorar tremendas.
Luego de pensar un buen rato buscando una explicación, caí en la cuenta que sentía que, si me iba a dormir esa noche y al otro día no me despertaba, más que poder pagar el alquiler y haberle puesto combustible al auto, no había hecho mucho más con mi trabajo y mi carrera. Sin respuestas ni soluciones claras ante esto, empecé a adentrarme en la naturaleza.
Creo que muchas veces cuando no podemos resolver algo internamente, viene bien ir a lugares a donde uno se siente diminuto, donde hay más espacio, donde todo toma otra perspectiva. A las pocas semanas empecé a escuchar sobre Islandia, ese país remoto ubicado al borde del círculo polar ártico, en el que conviven glaciares, volcanes, playas de arena negra y montañas en pocos kilómetros.
Por una extraña razón, Islandia empezó a aparecer en músicos que me gustaban, en documentales, en revistas, en todos lados. Haciéndole caso a esta señal y a lo que estaba viviendo, empecé a ahorrar para viajar hasta allá, aunque lo veía como algo muy lejano, ya que significaba tomar 2 o 3 aviones para poder llegar hasta allá. Continué ahorrando cada moneda que me sobraba. Incluso, me acuerdo que me sabía de memoria el precio del pasaje. Un buen día vi una especie de “hotsale”, entré a la página pensando en cualquier otra cosa, y de repente noté que había una aerolínea asociada que ofrecía el pasaje a un tercio del valor. Sin dudarlo demasiado y sin preguntarle a nadie, lo compré.
Ver esta publicación en Instagram
Tuve 2 meses para organizar todo y pensar en cómo en un mes iba a darle la vuelta a esa isla. En ese momento estuve totalmente autogestionado. Empecé a mandar correos mostrándole a todos a lo que yo me dedicaba y mis ganas de hacer en conjunto un video sobre esta aventura, promocionando el destino. Primero me comuniqué con la Secretaría de turismo del país, la que muy amablemente me explicó que estaban en plena temporada por lo que no podían sumarse al proyecto, pero que con todo gusto me iban a poner en contacto con varios proveedores. Y así fue. Acto seguido me pasaron el contacto de 80 personas que se dedicaban a distintos rubros (hotelería, gastronomía, renta de vehículos, navegación, trekkings en glaciares, parapente). Y así seguí, escribiéndoles, hablando y coordinando uno por uno hasta que llego el día de subirse al primer avión.
Obviamente, toda la gente cercana pensaba que estaba loco, que por qué razón me iba para allá, si nadie me había llamado, que qué iba a hacer a un lugar tan lejos. Después con el tiempo cada ficha se fue acomodando, el encuentro con una cultura y una naturaleza tan diferente a la de uno, me hizo no solo valorar todo lo que pude conocer y vivenciar, sino lo que siempre tuve al lado, mi propia provincia y mi propio país.
La fotografía te ha ayudado a contar historias y conocer nuevos lugares, ¿Cómo ha sido y qué experiencias y aprendizajes te ha dejado?
La fotografía me ha enseñado a observar, a estar atento a los detalles. A prestar atención y ver no solo afuera, sino también adentro, en un constante ejercicio. A su vez, ha sido un ticket, un puente para conocer a increíbles personas y lugares alucinantes, que dudo mucho que de otra manera nos hubiéramos cruzado. La fotografía le dio sentido a mi vida, me dio un porqué para saltar todos los días de la cama e ir en búsqueda de algo.
Lo que más deseo con la fotografía es poder compartir momentos que inviten a otros a salir y pasar más tiempo en la naturaleza, y que entiendan el valor que ella tiene.
Tu pasión por la naturaleza te ha llevado a recorrer lugares como Nueva Zelanda e incluso cruzar Los Andes en bicicleta, ¿Cuál ha sido la aventura que más representó para ti y por qué?
Creo que una de las aventuras más especiales e inolvidables, fue muy cerca de casa, la del eclipse de Julio del 2019. Un año atrás de que sucediera, en una cena con amigos, escuché por primera vez sobre este evento. Desde ese momento, me dediqué semanalmente a investigarlo; mientras más buscaba, más me daba cuenta de lo afortunados que éramos de poder presenciar semejante fenómeno natural. Poco a poco, diferentes organismos como la Nasa, Observatorios Astronómicos y entes científicos fueron confirmando lo que parecía ser un hito único para la provincia de Córdoba y sin darnos cuenta, también para mi vida y la de mis colegas.
¿Pero cómo quería retratarlo? Mi búsqueda siempre fue que la fotografía sea una invitación a salir afuera, no solo compartiendo paisajes y naturaleza, sino tratando de traducir lo que vivimos cuando estamos en estos lugares.
Luego de varios días de meditarlo, di con la cuenta que quería que hubiera una figura humana en la foto, dando relación y escala de la persona ante este fenómeno espectacular y nuestro vínculo con el universo. Posteriormente busqué que fuera desde una actividad y que el momento fuese tan preciso y puntual como lo que estaba sucediendo detrás, obviamente, todo eso aumentaba el margen de error y riesgo. De ahí fue que hablé con Sebastián Giordano, uno de mis mejores amigos y ciclista especializado en la modalidad de trial, para poder llevarlo a cabo. Pensé, quiero que sea alguien a quien admire por su dedicación, que sepa lo que está haciendo a la perfección y a su vez tuviera la confianza para poder hablar sin filtro sobre la marcha.
Con dos meses de anticipación, dimos vueltas por las sierras con una aplicación que permite calcular aproximadamente como se moverán los astros ese día. La búsqueda fue difícil ya que debía coincidir con el eclipse, estar ubicado en la franja de totalidad y tener una distancia puntual según el lente que iba a usar, que permitiera enfocar y encuadrar todo en la cámara. Finalmente, luego de varios posibles escenarios, encontramos uno que parecía el indicado, una cornisa ubicada en el filo de Merlo, San Luis, al límite de la provincia.
Una vez con el spot marcado, contacté a un colega que se dedica a la fotografía de deporte para poder conseguir un teleobjetivo para disparar a larga distancia. Compramos láminas solares por internet para no dañar el equipo y nuestros ojos, empezamos a seguir el clima de cerca, cruzando los dedos y rogando que las condiciones se dieran y no se nublara ese día. Todo esto, en voz baja durante meses, pues realmente no queríamos mostrar ni generar expectativa de algo que tenía grandes probabilidades de que no se fuera a dar.
El día de la fecha arrancamos muy temprano (tipo 5:30am) para ir holgados de tiempo; fuimos con un equipo de personas y llevamos handys para poder comunicarnos. Él debía tener las manos al volante y yo en la cámara, pero con la posibilidad de hablar a 120 metros como si estuviésemos al lado. Llegados al mediodía, volvimos a medir la situación, almorzamos y esperamos. A la hora, cada uno tomó su posición y las agujas del reloj fueron contando y a las 17:40hs del 2 de julio todo cobró sentido. La luna y el sol se alinearon, la temperatura bajó bruscamente varios grados y una oscuridad total hizo que los animales enloquecieran.
Todo lo que habíamos leído se hizo realidad, todo esfuerzo por entender cómo era que esto iba a pasar y dónde debíamos estar encontró su lugar, ni las lágrimas de esta tarde, ni el sudor frío, ni el dolor de garganta pueden explicarlo. Son estos momentos los que hacen que la vida tenga otro significado.
Ver esta publicación en Instagram
Uno de los proyectos más personales en los que te ha involucrado, fue recorrer Córdoba para tu nuevo libro “Maravillas de Córdoba”, ¿Cómo fue esta aventura y qué te motivó?
Estando en Islandia, conocí a un hombre que estaba haciendo un libro sobre esas tierras, y sin mucha vuelta, ni de una manera muy profunda, mientras cargábamos unos bolsos a un auto me dijo “hacer este libro es la oportunidad de dar algo de vuelta, al lugar que le dio todo a mi familia y a mis amigos”
Sin andarlas buscando, fueron esas palabras las que llegaron en el momento adecuado y resonaron con algo adentro, inmediatamente sin saber el cómo, sentí que tenía que volver a casa y hacer un proyecto sobre Córdoba.
Ni bien regresé de ese viaje, empecé a ir librería por librería viendo qué publicaciones había sobre la provincia. Noté que había mucho sobre historia, primeros habitantes, pero sobre paisajes y patrimonio natural poco y casi nada… Entonces me embarqué en el proyecto. La realidad es que las ganas me desbordaban, pero no tenía “ni un mango partido al medio”. Totalmente autogestionado y rodeado de comentarios como “¿Te vas a endeudar, conseguite un laburo en serio y dejate de joder con eso”.
Firmé un contrato con una editorial que se encargaría de imprimirlo, siempre y cuando yo pudiera producir y costear todo el contenido, en el anhelo de poder materializar este sueño, poder devolver algo al lugar que nos había permitido a todos crecer sanamente. Juntando monedas, vendí algunas cosas de casa y empecé a hacer algunas changas (trabajos de lo más diverso y variados). Traté de armar un cronograma y todos los días investigaba sobre qué rincones naturales incluir, qué era necesario para llegar hasta ahí́ y con quién podía contactarme de cada lugar.
Sinceramente, fue casi como subir una montaña para buscar algo que es importante para nosotros, pero sin saber su altura ni si en la mochila tenemos todo lo necesario para hacerlo. Fueron meses de sudor, sonrisas y lágrimas, una dieta a base de arroz, con tal de poder ponerle un poquito más de combustible al auto. Viajes con amigos, conocidos y extraños que luego se volvieron muy buenos amigos. Anécdotas que quedaron por siempre grabadas en el hipotálamo, ese lugarcito en el cerebro donde se dice que guardamos los momentos más intensos de nuestra vida y un aprendizaje, casi como una tesis de la increíble diversidad natural que nos rodea y la importancia de preservarla. Hoy al verlo impreso, luego de 4 años de esto, me invade una profunda sensación de agradecimiento. Ojalá a alguien lo acompañe, le genere curiosidad, le de ganas de no bajar los brazos… Ojalá sirva para conocer y valorar un poco más.
Ver esta publicación en Instagram
¿Cómo te preparas cuando vas a realizar un viaje? ¿Cuál es el equipo indispensable en tu mochila?
Lo primero que hago es pensar: a dónde voy, con quién voy y cuál va a ser la principal búsqueda de ese viaje. Creo que a partir de ahí aparecen las respuestas de ¿Qué va en la mochila? Agua, café o mate, comida, abrigo, guantes y una linterna frontal… son los indispensables, ante todo uno tiene que estar cómodo y poder esperar un momento en el lugar si hace falta. De ahí las otras cosas que pueden incluirse son un anafe, una olla pequeña, cubiertos, un aislante, una bolsa de dormir, una carpa, auriculares, un libro y algo para dibujar. En cuestión equipos, si vamos a caminar mucho y el foco esta en los paisajes, sólo llevo una cámara y un zoom. Me gusta que el equipo nunca nos separe de lo que tengamos al frente, poder ir livianos y estar más conectados con lo que está pasando. Últimamente ese combo es una Sony α7R IV y un FE 12-24 f/2.8. Si vamos por un trabajo, ya es diferente, tengo en cuenta poder sumar otros lentes para tener más opciones de encuadre (mi triada favorita se completa con un lente Sony FE 24-70 mm f/2.8 y un zoom Sony FE 70-200 f/2.8 y si el plan es hacer fotos nocturnas o en condiciones de poca luz, sumo un trípode y la Sony α7s3.
¿Qué destinos fuera de Argentina está en tu lista de pendientes?
Me encantaría ir a la a las islas Faroe, a Groenlandia y a Las Dolomitas. También encuentro alucinante los lugares remotos y los “caprichos de la naturaleza”, esas elevaciones del paisaje que a simple vista parecen no tener explicación.
¿Qué lugares de Argentina te emocionan más y por qué?
Me es difícil enumerar unos cuantos sin sentir que uno está dejando tantos afuera (ríe) y ¡más viviendo en un país con un patrimonio natural tan impresionante…! me motiva mucho que hoy, estando en el 2022, siga habiendo tantos lugares que no figuran en una búsqueda de Google, me fascina las interminables maravillas que guarda la Cordillera de los Andes de Norte a Sur.
Ver esta publicación en Instagram
Estás en proceso de tu segundo libro, cuéntanos sobre él y tu motivación para este proyecto.
Luego de la increíble experiencia de “Maravillas de Córdoba”, me quedé con la pregunta de si era posible hacer algo así a nivel país. Es un proyecto muy difícil y ambicioso. Pasa que, en Argentina, la gente que vive en el sur muchas veces no conoce el norte y los que viven en el norte no saben como es el sur, y hasta muchas veces se desconoce la misma provincia; por un lado, porque las distancias son abismales y por otro lado, porque la comunicación normalmente está enfocada en los mismos destinos.
Finalmente, luego de revolver varias veces esta idea, di con la Ruta 40: el nervio vial más importante del país que une en 5.190km, 11 provincias, 3 regiones (Norte, Cuyo y Patagonia) de norte a sur como una columna vertebral.
Esta fue la excusa perfecta pero, no para hacer un libro sobre la ruta, sino para poder contar y mostrar lo que hay alrededor de ella: gran parte del Patrimonio Natural de nuestro país. Pasando por volcanes, lagos, desiertos, glaciares, bosques autóctonos y el corazón de la cordillera de los Andes, entre tantos otros entornos. El principal motivo de la realización de este proyecto, fue, y es generar la revalorización de los espacios e interés por la naturaleza en esta parte del mundo.
En el 2019 documenté ocho provincias en cinco meses, viviendo en un vehículo adaptado para poder dormir, cocinar y trabajar sobre el material en viaje. En el 2021 y 2022, pude completar las provincias restantes en ocho meses más. La idea del proyecto es que se publique el próximo año 2023.
¿Qué le recomendarías a alguien que desee emprender un camino similar al tuyo, documentando y dando a conocer las maravillas del mundo?
Creo primero, antes que nada, que se pregunte y trate de encontrar qué es eso puntualmente que le apasiona, eso que puede estar haciendo sin mirar el reloj o el celular a cada rato. Luego que sea curioso y sediento, que se cuestione todo acerca de eso, que busque por todos lados esas respuestas.
Que sea constante, que no espere las perfectas condiciones para arrancar, que busque comunicar y compartir desde lo cercano con lo que tenga a mano. Que trate de aprender todo sobre el equipo que tenga, para luego olvidarse de el, para recordar que lo más importante siempre es lo que está adelante. Que sea directo y transparente, que hable con el corazón en la mano y que por último, una vez con eso encaminado, que se pregunte a quien le serviría eso que tanto le gusta documentar.
Coméntanos sobre tus proyectos a futuro
Luego de 3 años de trabajo, en cuestión proyectos, el norte hoy es la publicación del segundo libro. Mi foco y mi energía está puesta ahí. Trato de ejercitar en eso de vivir un día a la vez, tratar de poner el ladrillo que hoy toca de la mejor manera posible, tanto al seleccionar las fotos y procesarlas, como con los pasos siguientes que son armar un equipo para poder compaginar todo el material recolectado, editarlo, traducir los textos y diseñarlo. En esto quiero vivirlo plenamente, así como todos los días disfruto de la familia, los amigos y el deporte, no quiero que pase un día desapercibido por haber tenido la cabeza en otro lado.
Ver esta publicación en Instagram
*La disponibilidad de los productos aquí mostrados varía entre localidades. Para más información de su existencia por favor ingresa al Website de Sony de tu país.